Lo que se torna decisivo, lo verdadero, corresponde a la ficción misma vuelta realidad. Ambos resultan ser una y la misma cosa. El poeta es él mismo el fantasma de un sueño elucidado y siempre a suceder, como si la retroacción de la palabra en el discurso poético relanzara su sentido más allá del momento de su aparición. Estamos literal y literariamente atrapados en el sueño de..